jueves, 1 de marzo de 2012

C001-01

Un dia como todos, Fernando mirando el techo de la habitacion, tan blanco, tan igual a siempre, inmovil y frio piensa en todo lo que pudo ser, por esas cosas de la vida que pasan una ves cada millón él quedó invalido, totalmente inmovil y sentenciado a no poder moverse más que su cabeza, un caucho defectuoso, una curva, lluvia, unas gotas de aceite en el pavimento cambiaron su vida, que si bien era bastante desaprovechada, podía aún servir para algo.
Una enfermera entra en la habitacion para limpiar su trasero, monotonamente ella se pone sus guantes y se da a la faena. Él, con el poco pudor que aún le quedaba da las gracias. Que tan fuera de lugar el agradecimiento, totalmente inutil, sordo en la habitacion, la enfermera sonríe en respuesta, un gesto vacío y mudo.
Rehabilitación, cualquier cosa que pueda significar era ridículo para él, no podia recuperar su movilidad, luego de 5 años en cama ya la esperanza de simplemente poder comer por cuenta propia  era ya inalcanzable.

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Melisa era una ingeniera graduada hacia poco pero con ideas que iban tan lejos que a veces la tachaban de loca. Obsesionada con las redes neurales y la forma como el cerebro interpreta lo que ve; se hizo a la mar con un proyecto en secreto, mucha tensión creaba entre sus colegas cuando daba una idea para algo tan sencillo como arreglar los semaforos de la calle.
- "... a ver... gatito, quedate quieto que quiero jugar con tus ojos"... dice Melisa completamente sola en aquel sotano de su casa.
Repentinamente tocan la puerta, ella sube las escaleras y esconde su bata llena de sangre gatuna detras del porta paraguas. Es Pedro, el unico ser tan cuerdo como para entenderla, él era de los pocos que podía llevar el hilo de sus ideas, y aparte con algunos conocimientos para entenderla.
-"¿quien se quedo sin mascota esta semana?"- pregunta Pedro a Melisa con tono de entusiasmo morboso.
-"jajajaja, un vecino tuyo, estaba a punto de llamarte cuando tocaste la puerta, ¡Qué arrecho!, me leíste la mente"- dime Melisa
Melisa saca la bata sucia de sangre de atras de su escondite y junto a Pedro bajan las escaleras al sotano y miran al pobre gato anestesiado y lleno de cables y ataduras. El neurocirujano se pone unos guantes de latex y una bata, mira todo el trabajo ya hecho, mira a Melisa y dice -"nunca mandes a un mecánico a hacer el trabajo de un artista"-. Ella le da un dispositivo como grande y chato, como una moneda, con miles de micro electrodos con un tosco cable. Él ve el dispositivo y cuidadosamente, lo instala entre ambos lóbulos del cerebro del pobre gato.

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La monotonia de estar siempre en aquella cama y no hacer nada mas que mirar el techo y el televisor lo hacian llorar de impotencia, si tan solo se pudiera suicidar ya lo abria hecho hace años, el dolor de los seres queridos, los llantos de su madre y su padre, las incotables horas de terapia física y mental, la incapasidad de sentir algo. Ya estaba cansado, asqueaba cuando entraban en la habitacion sus amigos y decían que todo iba a estar bien, que había que seguir adelante y esas estupideces, para el, todo era cuestión de respirar, de ser una carga, de seguir despertandose dia tras dia sin poder cepillarse los dientes y orinar parado, como antes.

Otra mañana, otra ves la misma enfermera, todo igual, todo siempre tan exacto que no se podría creer, algunas mañanas el podia ver por la ventana mientras lo limpiaban como salía el sol y oír los pajaros y los autos en la calle, siempre interrumpido por algun sonido errante en el viento o de su monitor cardíaco o de los parlantes del hospital, sonidos subitos pero esperados, predecibles, incambiables, siempre iguales.

Una mañana todo empieza a cambiar, la enfermera de siempre, aquella mujer canosa ,de medio siglo de trabajo; no entra por la puerta y pasado el tiempo de su rutinaria aseada matutina no entra nadie, sin poder ver reloj alguno, el siente como pasan las horas sin que nadie entre por la puerta, siente como el excremento que esconde bajo las sabanas se va haciendo cada vez mas fetido, el siente el olor escaparse por entre las sabanas, ya extrañaba aquella mujer a la que desprescaba tanto por tratarlo como un objeto a lo largo de 5 años, el se puso a pensar porque no venía e invento mil y una formas en las que pudo morir viniendo al trabajo.

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En la pantalla de la computadora se veían puntos parpadeantes al azar, manchones borrosos, el pobre gato estaba mas a sustado a medida que la anestecia dejaba de hacerle efecto, mas acelerado, delirando del terror, mas y mas, pero las imágenes no se postraban, un experimento raro el tratar de ver a traves de los ojos de un gato.

Las horas pasaban y entre idas y venidas de aquí para alla, calibrando los electros, tomando café hablando de nada, que a ninguno le importé, Pedro estaba seguro de haber puesto el artefacto en el lugar correcto y Melisa estaba segura de haber diseñado y fabricado el artefacto correctamente, pero no habiar forma de lograr interpretar la basura que se veia en el monitor, no había caso.
Melisa va por mas café molido escaleras arriba en la cocina, pensando por qué no había resultados, que podía estar mal, por qué no se podía ver nada coherente en la pantalla, por qué sí había  usado un sistema óptico tan menos complicado como el de un gato no podia ver nada claro, que diferencia tan grande podía tener un gato con un humano, -" por qué coño no puedo entender ese pinche gato"-,
Melisa se paraliza en frente al gabinete de la cocina, inmovil sin pestañar entiende el problema, ya tenía la respuesta, sabía el porque, ahora tenía que idear el como hacerlo, inmovil, respirando y parpadeando pasan los minutos, Pedro, aburrido de no tener resultados y de estar siempre en el mismo punto del experimento sube a buscar a su amiga y a darse por vencido cuando subiendo la escalera piensa en el conector tan rudimentario que tenia el dispositivo, le recordaba un poquito al conector de la impresora que tenía su padre en la oficina, de niño a el le gustaba esconderse bajo el escritor de su padre y jugar allí, entre cables, enchufes, la parte trasera del computador de su padre tenía tantos cables y enchufes que a él le parecían facinantes, como las tripas de una persona decía. Pedro deja caer la tasa de café que subía para lavar e irse, corre a buscar a su amiga.

Corre, tropieza con todo, pasa por la sala y se golpea una pierna con una mesita, llega a la cocina y ve a su amiga parada frente a la alacena con los brazos colgando como un zombi, se para al lado de ella y le dice emocionado -"marica, io". Ella voltea la cabeza hacia él y con un rostro sin expresiones le da a entender lo genial de su idiotez.

Ambos sin dar pucha palabra se entienden perfectamente, Pedro toma la mano de Melisa y ambos salen corriendo escaleras abajo gritando de alegría, solo el podía leer su silencio.

1 comentario:

  1. cada dia me queda mas claro que mi hermano no tiene remedio =P

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